Hay
una historia que quizá Pablo Iglesias no conozca y que seguramente le va a
interesar. El 9 de enero de 1998 ETA asesinó en Zarautz al concejal del PP José Ignacio Iruretagoyena. La bomba lapa que le pusieron en el coche estalló cuando
se dirigía a trabajar. Tenía 35 años y dos hijos, el más pequeño de seis meses.
El crimen formaba parte de la estrategia que los responsables de la banda
habían puesto en marcha cuatro años antes para “socializar el sufrimiento” (ya
no bastaba con matar a policías o guardias civiles: había que llevar al cadalso
a otros colectivos para que el conjunto de la sociedad se sintiera interpelado).
Al
conocer la muerte de Iruretagoyena, los concejales del Ayuntamiento de Pamplona
se reunieron en sesión plenaria para debatir y aprobar -si era el caso- una
moción de condena. Uno de los concejales de Herri Batasuna explicó que su
formación no aplaudía ni condenaba los atentados, que sólo querían la paz.
Le
respondió Tomás Caballero Pastor, el portavoz de UPN. Iglesias es joven y
seguramente no sepa que Tomás Caballero era entonces un político veterano que se
había batido el cobre en el Consejo de Trabajadores del franquismo y que había
hecho de la justicia social su “catecismo diario”. En realidad, él aún no había
nacido: no tiene por qué saberlo. El caso es que en aquella sesión de condena,
Caballero interpeló directamente a los concejales de Herri Batasuna. Les
recordó que estaban utilizando el asesinato como un “instrumento de presión
política” y les dirigió un ruego sincero y telegráfico: “No les llegamos a
pedir que condenen los asesinatos -les dijo-, pero pidan que no maten, pidan
que no maten”.
Lejos
de atender su propuesta, los ediles de HB presentaron una querella contra él,
acusándole de injurias y calumnias. Un juez la admitió a trámite y Egin le
dedicó al caso titulares recurrentes de tipografía generosa.
El
3 de febrero de 1998, mientras la querella seguía su curso, entrevistaron a
Tomás Caballero en Onda Cero. La periodista quiso saber si merecía la pena
dedicarse a la política municipal en un paisaje tan ingrato y el concejal respondió
con sencillez: “Tenemos que seguir luchando para que nosotros -Dios nos dé
muchos años de vida- podamos disfrutar también de esa paz y libertad que en
este momento están quebrantadas por esos asesinos. O que por lo menos puedan
disfrutarlas las generaciones que vengan después. Sería terrible que nos
escondiéramos, que nos metiéramos en casa y les dejáramos el campo libre,
porque todos íbamos a sufrir”. Estará de acuerdo Pablo Iglesias en que es
difícil encontrar una razón más generosa para formar parte de una candidatura,
la que sea.
El
desenlace seguramente sí lo recuerde: tres meses después de la querella y de la
entrevista, Tomás Caballero fue asesinado a la puerta de su casa por varios pistoleros
de ETA.