Frecuentemente los debates sobre este tipo de asuntos
se plantean de dos formas reducidas. Por un lado el punto de vista moralista,
que no moral, ajeno a las circunstancias e intenciones de las personas, y por otro lado está el punto de vista
exclusivamente emocional, afectivo o subjetivo prescindiendo de la razón y desechando todos los aspectos que nos
ayudarían a objetivar. Por tanto es necesaria la objetivación -el relativismo
es un cáncer- pero desde una perspectiva que permita entender las
circunstancias sociales y las intenciones de las personas.
Las condiciones socioeconómicas y laborales difíciles
e injustas como las actuales son obstáculos objetivos a la
maternidad/paternidad. Pero también es cierto que en países noreuropeos con
condiciones sociales mucho mejores que España el número de abortos es alto y
las tasas de fecundidad bajas. ¿Por qué?
Una cultura materialista, individualista y hedonista
como la cultura hegemónica actual no es una cultura favorable a la vida y a la
solidaridad inter e intra-generacional sino todo lo contrario.. Predomina la
cultura neocapitalista del “sálvese el que pueda”. Así es muy difícil acoger la
vida; vida que exige ser cuidada y educada con dedicación..Y cuando decimos
acogida de la vida no solo es la acogida del no nacido. Es la vida también de
los parias, de los descartados, de los empobrecidos, es decir, de las víctimas
-ya nacidas- de un sistema político-económico salvaje. No se puede estar contra
una ley abortista y al mismo tiempo condenar a los inmigrantes empobrecidos.
El nudo gordiano de ambas posturas contra la vida,
esta en el tema de la DIGNIDAD. ¿Todos los seres humanos tienen la misma
dignidad independientemente de las circunstancias o no? ¿Qué dignidad
ontológica tiene el embrión y el feto humano?
Básicamente podemos sintetizar las posturas en dos.
Una es que todo ser humano tiene una dignidad personal (es persona) absoluta,
intrínseca inalienable que la hace única, singular. Y otra es que la dignidad
de un ser humano dependa de su funcionalidad, es decir, de cómo estén de
operativas sus funciones vitales, sean físicas, cognitivas o morales, y que le
permitan producir y consumir, engrasando el sistema económico. En este caso no
es una dignidad intrínseca sino que es relativa y extrínseca.
En el primer caso la vida y dignidad del ser humano
exige ser respetada siempre, sin excepción en el segundo caso la dignidad al
embrión es otorgada desde fuera por quien tenga poder sobre ese ser humano, es
decir la madre, el médico o la autoridad, que juzga si su dignidad funcional es
suficiente para que su vida sea respetada o por el contrario vale más muerto,
porque no olvidemos que el aborto es un
negocio que mueve más de 70 millones de euros al año.
En este sentido se impone o se está imponiendo lo que
se ha llamado el “derecho a decidir”. ¿Pero quién decide?. Pues lógicamente
quien tenga el poder para hacerlo. Y todo poder, científico, técnico, jurídico
en definitiva es poder político .Nos planteamos si puede ser democrática una
sociedad en la que unos deciden la dignidad de otros. ¿Qué consecuencias se
derivarían de ello? Es evidente que este dilema no solo es aplicable a los no
nacidos, sino que es susceptible de ser aplicado a cualquier colectivo social:
inmigrantes, homosexuales, drogadictos, enfermos terminales, discapacitados,
cualquier colectivo susceptible de sufrir discriminación.
Para terminar, si todos buscamos una sociedad
orientada hacia el Bien Común, basada en la dignidad inalienable de todos los
seres humanos; donde todos y cada uno tienen derecho a la vida y a una vida
digna; donde todos seamos realmente responsables de todos, el derecho positivo
no puede ser solo fruto del poder político de turno sino de la adecuación
coherente de la ley con la dignidad del ser humano.
Maria Inmaculada Marcos Lazcano
DNI 33417068T
Ester Legasa Gorriz
DNI 18.208.657 V
Marta de Hoyos
García
72.124.928 X