Hace a penas una
semana tuve la
ocasión de dialogar con un hombre honrado. Un hombre, que víctima
del paro se
encuentra ahora pidiendo en una iglesia. Me contó algo de lo que
es la vida de
los pobres, lo que es buscar en los contenedores los alimentos que
tiran los
supermercados, lo que es tener que pasar horas pidiendo para
conseguir 60
céntimos y llevar a casa un poco de leche…
De toda su
historia hubo un hecho
que verdaderamente me indignó: la policía municipal en varias
ocasiones le
había impedido recoger cartones de la calle. La basura también
tiene dueño, en
este caso el ayuntamiento de Pamplona. El reciclaje es un negocio
y los pobres
no tienen derecho ni a recoger por las calles los papeles que
otros tiran. ¿Cómo
es posible que intentar sobrevivir, con lo que otros tiran sea
delito? ¿Cómo es
posible que soportemos un ayuntamiento que legisla contra sus
vecinos más
empobrecidos?
Nuria Sánchez Díaz de Isla. Militante del Partido SAIn