sábado, 25 de febrero de 2012

Evangelización y Conversión


Benedicto XVI nunca ha ocultado que en su experiencia como obispo en Alemania comprobó el lastre que es para la evangelización una Iglesia de funcionarios a sueldo. La burocracia es enemiga de la evangelización, como es enemiga de la promoción de los pobres. Por eso viene subrayando la necesidad de evangelizar desde la pobreza de Cristo, como propone el Vaticano II, y luchar contra la miseria de la mayor parte de la humanidad abrazando la pobreza evangélica.
“Es oportuno entonces intentar establecer un “círculo virtuoso” entre la pobreza “que elegir” y la pobreza “que combatir”. Aquí se abre una vía fecunda de frutos para el presente y para el futuro de la humanidad, que se podría resumir así: para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y amenaza la paz de todos, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales.
Más concretamente, no se puede combatir eficazmente la miseria, si no se hace lo que escribe san Pablo a los Corintios, es decir, si no se intenta “hacer igualdad”, reduciendo el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario. Esto comporta elecciones de justicia y de sobriedad, elecciones por otra parte obligadas por la exigencia de administrar sabiamente los limitados recursos de la tierra. Cuando afirma que Jesucristo nos ha enriquecido “con su pobreza”, san Pablo nos ofrece una indicación importante no solo desde el punto de vista teológico, sino también en el plano sociológico.”

Sin crecer hacia abajo no es posible la solidaridad, por eso el papa une conversión y revolución y nos lo lanza haciendo un llamado a nuestras vidas diciendo que: “sólo de los santos procede la verdadera revolución”