martes, 6 de septiembre de 2011

Conciencia


En una región del tomate, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho la televisión nos mostró como diversión, alegando tradición, cómo los mozos y mozas se divertían con tomates. Ciento veinte millones de tomates destrozaron sin que nadie llamara al orden a estos auténticos trastornados.

En otra región lejana, que tampoco recordaré, eran melocotones lo que regalaban a montones, y si bien ésta era mejor acción, cuál fue nuestra decepción que al alegar bajo precio, y no dar su conformar, un montón de melocotones decidieron enterrar. En un país extranjero, que se dice socio nuestro, nuestras verduras y fresas nos las suelen destrozar.

Si tomatina llaman a una, perfectamente a la otra diríamos melocotina, más a la que nos hace el francés, ¿qué nombre le ponemos pues? Porque mientras tanto, no lejos de aquí, hay pueblos que se mueren de hambre, y al ver estas actuaciones y otras no puedo más que preguntar: ¿nos habremos vuelto locos?, pues estas acciones son dignas ¡de los que están enfermos del coco!

Tomates, melocotones y fresas, guardarlos y no tirar, pues los que se mueren de hambre, de nosotros ¿qué van a pensar? Llamo a la conciencia de aquellos que el hambre pueden paliar, y si pudiendo no lo hacen, ¿qué remordimiento les puede quedar?

Si desarrollamos la ciencia para lograr mayor producción, y lo que sobra tiramos, con menosprecio
burlón, el responsable de ello ¡es un auténtico mamón!

ANTXON VILLAVERDE BENGOETXEA
carta al director