viernes, 27 de febrero de 2015

“Cerrando fronteras, vendiendo armas, saqueando o explotando las minas de coltán estamos achicharrando África”

La maestra navarra Maite Oiartzun Baraibar, misionera de la orden Nuestra Señora de África, es la imagen este año de la campaña de Manos Unidas

Ahora, por cuarto año consecutivo, va a ser la imagen en Navarra de la campaña anual de Manos Unidas. Es una mujer feliz que transmite alegría y compromiso y que quiere compartir sus dos pasiones vitales: “Cristo y África. Por ellos doy la vida”. 


Maite Oiartzun une sus manos a las de un bebé y una mujer de Burundi, país africano en el que ejerce su labor misional.

¿Qué le llevó a dejarlo todo e ir a las misiones?
-Sí, era dejar todo porque yo tenía mi oposición aprobada, mis trabajo de profesora... Fue un viaje. Un misionero de Pamplona, Jesús Martínez, que yo conocía, me invitó a ir al Malí. Me decía: tú en tu vida no puedes pasar sin ir a África. Con lo que me hablaba de África me fue animando mucho y en el 95 decidí ir al Malí. Lo que vi allí fue decisivo: solo el 40% de los niños tienen escuelas y me dije esto es una injusticia, aquí hace falta construir escuelas y hacen falta maestros. La segunda cosa fue que solo el 1,2% son cristianos lo que quiere decir que hay millones de personas que nunca han oído hablar de este proyecto de amor, de Dios para todos. Entonces, claro, yo como cristiana dije, esto me toca de lleno y así fue. Después de un año de combate, me decidí.
¿Considera que en el mundo desarrollado se vive con demasiada frivolidad?
-Pues sí. Tenemos de todo, la gente, en el fondo, buscamos ser felices pero yo creo que esta sociedad de consumo nos mete una frivolidad y un consumismo. Un consume más y más para ser más feliz que en el fondo te crea una ansiedad... Es como un más insaciable que no llena el corazón por dentro.
¿Cree que faltan valores como la solidaridad?
-Ahora que llevo cuatro años haciendo animación misionera y organizando campos de voluntariado para el verano siento que hay mucha inquietud en este aspecto de solidaridad. Yo creo que ese valor de la solidaridad lo guardamos y lo fomentamos. Tanto en las campañas de Manos Unidas como del Domund, a pesar de la crisis, la gente es generosa. Pero por otra parte está que nos puede el individualismo, el sálvase quien pueda y hay como una especie de pesimismo, el vivir el momento y punto.
Usted viene con un mensaje de África en un momento en el que las cosas aquí no están fáciles.
-La gente siente como que entra un aire fresco. Aquí no hacemos más que darle vueltas y vueltas a la crisis pero no acabamos... No se, yo veo que aquí estamos en la sociedad de la súper abundancia...
Sí, pero una super abundancia mal distribuida.
-Eso, eso, mal distribuida pero aquí tenemos la luz, el agua, lo básico; los niños tienen la opción de ir a la escuela. Cuando vas a África encuentras que allí no tienen opción al agua potable y que tantos niños no tienen opción de ir a la escuela o de comer tres veces al día... Estamos hablando de un abismo de diferencias. Yo creo que nos hace falta un poco de aire fresco y entender que podemos vivir con un poco menos y ser felices si lo compartimos.
Como docente, ¿cree que falta formación solidaria? ¿Debemos abrir los ojos al alumnado ante una realidad bastante menos opípara que la que le rodea?
-Yo creo que sí. Veo que se están haciendo esfuerzos, me toca ir a escuelas, a colegios, se están haciendo esfuerzos también en la universidad. Hay una contracorriente de esta sociedad consumista pero es verdad que es tremenda la publicidad del consumo, del último móvil... Hace falta concienciar de que detrás de eso hay niños explotados en las minas que yo he visto en el Congo. Nos hace falta tomar conciencia y ver que estamos en un mundo global y que lo que yo hago aquí tiene una repercusión en el otro mundo.
¿Tiene solución África?
-Los seres humanos ¿tenemos solución? ¿La humanidad tiene solución? ¿Qué mundo estamos dejando? Ahora he aprendido muchísimo en las nuevas tecnologías y he hecho un blog (misionerasdeafrica.blogspot.com) y escribo muchas cosas. Creo que la mirada del misionero sirve para ver las cosas. Estamos con ellos, con los africanos, y contribuimos a que se conozca su realidad. No podemos hablar si África tiene solución porque lo que estamos haciendo aquí está achicharrando a África, lo que hacemos al cerrar las fronteras, al venderles armas, al saquearles, al explotar las minas de coltan... Estamos aplastando África y al aplastar África estamos aplastando la humanidad y la pregunta es muy profunda. ¿Tenemos solución todos?
¿Cómo intervenir desde los países desarrollados? ¿A nivel personal qué se puede aportar?
-La intervención puede ser de muchas formas y yo la primera que siempre digo es un cambio de actitudes. Todo empieza en lo cercano. La gran asignatura pendiente es vivir la solidaridad, crear actividades o gestos para ello. Por ejemplo, yo ya no desperdicio el agua, no tiro comida. Si a mí me sobra es porque alguien le falta en este equilibrio existencial del planeta. También, el trabajo en red.
Fuente: Diario de Navarra