sábado, 9 de julio de 2011

A San Fermin pedimos...

Estamos celebrando la fiesta de nuestro patrón San Fermín. Su vida fue de un esplendor especial. Y todo porque hizo posible, desde su generosidad y docilidad, que Dios fuera grande en su vida. Puso la mirada en la grandeza de Dios puesto que lo proclamó desde el testimonio, la predicación y el servicio a los más necesitados.
En nuestra época también hemos de plantearnos seriamente que Dios es el único que nos ennoblece. Cuando se piensa que apartando a Dios y siendo nosotros mismos autónomos, siguiendo nuestras ideas, nuestra voluntad llegamos a ser libres, para poder hacer lo que nos apetezca sin tener que obedecer a nadie; ésto nos lleva a la frustración.
Cuando Dios desaparece – dice Benedicto XVI – el hombre no llega a ser más grande; al contrario, pierde la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Eso precisamente es lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época.
El hombre es grande, sólo si Dios es grande. No debemos alejarnos de Dios, sino hacer que Dios esté presente, hacer que sea grande en nuestra vida. Así, al estilo de San Fermín, seremos auténticos cristianos: tendremos todo el esplendor de la dignidad humana como hijos de Dios.
Deseo que San Fermín os colme de gracias para que las fiestas sean un momento de alegría, paz y fraternidad. Por desgracia, muchas veces las fiestas se convierten en un desenfreno sin límites y dejan muy por debajo la dignidad humana. Que vivamos estos días en unión, en felicidad y en imitación al santo que celebramos.

+ Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela