domingo, 12 de junio de 2011

Clinica abortista en Ansoain


Más de 8.000 firmas de personas se oponen a que en Ansoain se implante una clínica abortista.

El arzobispo de Pamplona, D. Francisco Pérez explica:

Ante todo hemos de ser muy justos y afirmar que nunca y por ningún concepto o motivo se puede admitir el aborto voluntario. Las leyes que van contra la vida son inhumanas porque carecen de amor humano y por tanto van contra la humanidad y contra Dios. “Una humanidad sin Dios, es una humanidad inhumana” decía hace poco Benedicto XVI. Cuando lo genuino del amor que procede de Dios, que es Amor, no se vive en la experiencia humana, ésta misma pierde su propia identidad. El derecho a la vida de todas las personas, especialmente de los no nacidos, es fundamental y nadie lo debe violar. Nadie tiene derecho a cometer un crimen y menos el del aborto que es matar a una persona indefensa. Se intenta convencernos que para ser “progresista” se ha de ser abortista pues de lo contrario quien afirme que el aborto es un mal y un pecado gravísimo, es un retrógrado. De ahí que se puede afirmar que ya no sólo hay corrupción moral, con las leyes que van contra la cultura de la vida, sino también malversación intelectual y ninguna corrupción o malversación es signo de “progresismo” sino de todo lo contrario: de esclavitud, de falta de identidad humana y de degeneración.

Tanto el Concilio Vaticano II como el Catecismo de la Iglesia Católica afirman que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. “Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del ser humano. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables” (Gaudium et Spes, 51).

El Catecismo nos recuerda que la cooperación formal (de todos los que colaboran) a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión en el mismo momento y es un delito muy grave puesto que es un crimen (cfr. CIC canon 1398 y 1314). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.